viernes, 5 de diciembre de 2014

Papá, vamos a imaginar

Papá, vamos a imaginar - Ayla Sofía, 2 años y 5 meses


Eso me dijo antier mi hija mientras jugábamos. Vamos a imaginar. Sólo se me ocurrió preguntarle: ¿qué quieres imaginar? y sin dudarlo respondió "fichas". Así que imaginamos fichas, que un segundo después se convirtieron en un castillo con todo y sus habitantes y después en un tren. Un ratito después me dijo "papá, soy mágica" y con un gis verde que en ese momento era varita mágica me convirtió en sapo, después en pez y más tarde en pakua (sigo investigando que es eso).

Me sentí orgullosísimo al saber que tengo una hija mágica y que además me invita a imaginar. Vamos a imaginar. No me he podido sacar la frase de la cabeza. Papá, vamos a imaginar.

La bronca-bendición es que Ayla Sofía me puso a pensar. ¿Y yo? ¿Qué quiero imaginar yo? No está padre quedarme atrás, así que decidí ponerme a imaginar.

Voy a imaginar que crezco, que me vuelvo más generoso, más valiente, más decidido, menos soberbio y menos wey. Que aprendo a amar más de a deveras. También voy a imaginar que sigo imaginando después de los 38, después de los que vengan, que un día me descubro como un viejito bien imaginativo.
Voy a imaginar que Ayla Sofía crece sana y feliz, que no se olvida de escuchar su corazón, que hace buenos amigos, que sigue riendo y cantando, que los trancazos que le toquen no sólo la hacen fuerte, sino también humana. También voy a imaginar que se cuida, que se ama y que conforme crece puede extender ese cuidado y ese amor. Voy a imaginar que es princesa, guerrera, bailarina, cantante, exploradora del ártico, pirata, sanadora, maestra, astronauta.
Y ya que en esas estamos, vamos a imaginar que cambiamos algunas cosas.
Vamos a imaginar que ya no vemos asaltos, asesinatos, desapariciones, corrupción, ni fosas en los medios; no porque no nos las quieren mostrar, tampoco porque volteamos hacia otro lado, sino porque logramos construir una sociedad distinta.
Vamos a imaginar que se nos acabó el miedo, la indiferencia, la auto-importancia, la estupidez.
Vamos a imaginar que se puede jugar en las calles, platicar con los cajeros de un banco, sonreirle al vecino, ceder el paso, confiar en el policía y hasta saberme su nombre.
Vamos a imaginar que sembramos muchos árboles y los cuidamos. Que nos sentimos orgullosos de nuestra herencia, de nuestro linaje, de nuestro México.
También que nos gobiernan los mejores, los más honestos, los más brillantes, los más entregados. Que en lugar de regalar televisiones, se regalan balones de fut, canchas de basquet, boletos al concierto y al teatro, que se comparten muchos libros.
Vamos a imaginar que superamos Ayotzinapa, porque los chavos aparecen sanos, porque se hace justicia con los culpables, porque el dolor nos hizo más solidarios y más hermanos, porque nos dimos cuenta que somos más fuertes de lo que nos querían hacer pensar. Porque nunca más vuelve a pasar.
Vamos a imaginar que florecen las artes y las ciencias, las charlas y los abrazos, el deporte y la cultura. 
Vamos a imaginar que no quedamos en deuda con Ayla Sofía y con ningún otro chamaco, que les heredamos un ejemplo valiente y amoroso, que les dejamos una patria más sonriente: una tierra donde puedan pararse firme y un cielo que les permita soñar.
Vamos a imaginar que nosotros también nos dimos cuenta que somos mágicos.

Si, vamos a imaginar. 



Sergio Hernández Ledward
www.facebook.com/SergioHLedward