sábado, 21 de febrero de 2015

Cuestión de práctica

“La práctica hace al maestro” – Sabiduría popular

Hace algunos años me tenía muy emocionado la lectura de Tony Buzan, el papá de los mapas mentales (una forma creativa, lúdica e inteligente no sólo de tomar notas, sino de usar la mente) y en uno de sus libros este autor planteaba el siguiente acertijo:
Repetir un pensamiento aumenta la posibilidad de…

Pa’que negarlo, me gustan los acertijos; así que múltiples formas de completar esta frase surgieron en mi mente, van algunas.
Repetir un pensamiento aumenta la posibilidad de…
 …hacerlo realidad.
…recordarlo por mucho tiempo.
…fastidiarme.
…que el universo me lo mande.
y un largo etcétera.

Pues bien, una página más adelante Tony Buzan completó la frase: repetir un pensamiento aumenta la posibilidad de volver a repetirlo. Parece simplísimo ¡y sin ninguna importancia! Sin embargo es un descubrimiento poderoso. ¡Pensar algo una y otra vez hace fácil que volvamos a pensar lo mismo una y otra vez! De modo que el pensamiento –y sus efectos en tus emociones, tu salud, tus finanzas, tus relaciones, tu aprendizaje y tu felicidad- es cuestión de práctica. Más tarde el autor daba las razones fisiológicas, eléctricas y bioquímicas de esto; lo podemos resumir en una frase: al cerebro le gusta lo conocido (aunque aprende de lo diferente).
Se puede decir que eso del pensamiento es adictivo. “A que no puedes pensar solo uno” o “el último y nos vamos” podrían ser el lema publicitario de nuestro cerebro. Pero ¿qué consecuencias tiene esto?
Sencillo. Criticarnos internamente exigiéndonos perfección una y otra vez, aumenta la posibilidad de que nos critiquemos nuevamente. Imaginar escenarios catastróficos, sentir que no cumplimos las expectativas de alguien más, bajar la cabeza pensando “no puedo” o “no me atrevo” hace más sencillo y más probable que en nuestra mente surjan nuevos fracasos, nuevas sensaciones de insuficiencia o nuevos diálogos internos basura. Cuestión de práctica. Además nos volvemos buenos en aquello que practicamos constantemente, pasa con las multiplicaciones, la bicicleta, abrocharnos las agujetas,  el ejercicio, la alimentación, la envidia, el enojo, la prepotencia… y la alegría, la creatividad, la generosidad y el aliviane.

Así que no es ocioso preguntarnos “¿Qué tipo de pensamientos practico con más frecuencia?” ya que hay altas posibilidades de tener ese mismo pensamiento – u otro muy parecido- mañana por la tarde, el próximo miércoles, la semana, el mes y el año que entra.
Ahora que si nos ponemos valientes qué tal que vamos un poco más allá y comenzamos a volvernos unos buenazos en pensamientos más grandes, más generosos, más plenos, más solidarios, más sonrientes. Qué tal que repetir pensamientos –emociones, palabras y acciones- de entrega, de amor, de compromiso con la vida, de justicia, de belleza, bondad y verdad se vuelve más y más fácil. Finalmente todo es cuestión de práctica.


Sergio Hernández Ledward

y en twitter: @checoequis 

lunes, 9 de febrero de 2015

¡Yo voy!

“Papá, yo voy” – me dijo mi hija de 2 años y medio en el celular.
Venía llegando a Colima para dar un taller con la Universidad después de 3 días en ciudad de México y pensé que ella me iba a contar a donde había ido ¡Iluso de mí! Así que inocente pregunté “¿A dónde mi’jita?” y su respuesta casi casi me saca una lágrima. “Contigo” respondió.
Tuvieron que pasar algunos días para que yo entendiera el mensaje que me estaba dando. Primero pensé que quería venir conmigo y me pesó mucho que ella no estuviera aquí… pero luego dándole una pensadita me di cuenta que estaba afirmando una realidad: “Papá, yo voy contigo” y así es; mi hija viene conmigo, está conmigo, me acompaña a pesar de los kilómetros de distancia.
No saben la sonrisota que me generó este descubrimiento. Nunca estoy solo. Y es que no sólo es mi hija la que me acompaña, también vienen conmigo mis padres que se adelantaron hace algunos años, mi esposa, mis hermanos, mis amigos, mis maestros, mis alumnos, mi linaje. Yo no soy posible sin ellos. John Done –un poeta inglés del siglo XVII- lo dijo de una manera mucho más hermosa: “Ningún hombre es una isla”, que alegría saber que pertenezco a esa categoría.
Si lo reflexionamos no sólo los cercanos vienen con nosotros; en nosotros está el panadero que hizo el bolillo de en la mañana, aquel que cosió tu camisa (probablemente en la India, China o Malasia), los que pagaron sus impuestos para que otros pudieran ir a la universidad, los que sembraron las jacarandas de la Alameda de Celaya, y así uno tras otro hasta sumarlos todos. Los presentes y los ausentes, los de hoy y los de antier, los malos, los buenos y los regulares.
Creo que si nos acordáramos de esto con más frecuencia, nos sentiríamos menos solos, nos miraríamos unos a otros con mayor calidez, le bajaríamos dos rayitas al juicio y al prejuicio, nos sabríamos más fuertes al sentir el apoyo de tantos, seríamos más humildes al darnos cuenta que ningún logro es cien por ciento nuestro y tal vez hasta nos daríamos cuenta que el vecino, el jefe y la suegra también son seres humanos. ¿Qué tal que recordáramos con más frecuencia a los que nos hacen posibles? ¿Qué tal que sintieras más la compañía de los que vienen contigo?
Yo por lo pronto le agradezco a mi pequeña: ¡Gracias por venir conmigo! ¡Yo también me quedé contigo!

Sergio Hernández Ledward
y en twitter: @checoequis