“La práctica hace al
maestro” – Sabiduría popular
Hace algunos años me tenía muy
emocionado la lectura de Tony Buzan, el papá de los mapas mentales (una forma
creativa, lúdica e inteligente no sólo de tomar notas, sino de usar la mente) y
en uno de sus libros este autor planteaba el siguiente acertijo:
Repetir un pensamiento aumenta la
posibilidad de…
Pa’que negarlo, me gustan los
acertijos; así que múltiples formas de completar esta frase surgieron en mi
mente, van algunas.
Repetir un pensamiento aumenta la
posibilidad de…
…hacerlo realidad.
…recordarlo por mucho tiempo.
…fastidiarme.
…que el universo me lo mande.
y un largo etcétera.
Pues bien, una página más
adelante Tony Buzan completó la frase: repetir un pensamiento aumenta la
posibilidad de volver a repetirlo. Parece simplísimo ¡y sin ninguna
importancia! Sin embargo es un descubrimiento poderoso. ¡Pensar algo una y otra
vez hace fácil que volvamos a pensar lo mismo una y otra vez! De modo que el
pensamiento –y sus efectos en tus emociones, tu salud, tus finanzas, tus
relaciones, tu aprendizaje y tu felicidad- es cuestión de práctica. Más tarde
el autor daba las razones fisiológicas, eléctricas y bioquímicas de esto; lo
podemos resumir en una frase: al cerebro le gusta lo conocido (aunque aprende
de lo diferente).
Se puede decir que eso del
pensamiento es adictivo. “A que no puedes pensar solo uno” o “el último y nos
vamos” podrían ser el lema publicitario de nuestro cerebro. Pero ¿qué
consecuencias tiene esto?
Sencillo. Criticarnos
internamente exigiéndonos perfección una y otra vez, aumenta la posibilidad de
que nos critiquemos nuevamente. Imaginar escenarios catastróficos, sentir que
no cumplimos las expectativas de alguien más, bajar la cabeza pensando “no
puedo” o “no me atrevo” hace más sencillo y más probable que en nuestra mente
surjan nuevos fracasos, nuevas sensaciones de insuficiencia o nuevos diálogos
internos basura. Cuestión de práctica. Además nos volvemos buenos en aquello
que practicamos constantemente, pasa con las multiplicaciones, la bicicleta,
abrocharnos las agujetas, el ejercicio,
la alimentación, la envidia, el enojo, la prepotencia… y la alegría, la
creatividad, la generosidad y el aliviane.
Así que no es ocioso preguntarnos
“¿Qué tipo de pensamientos practico con más frecuencia?” ya que hay altas
posibilidades de tener ese mismo pensamiento – u otro muy parecido- mañana por
la tarde, el próximo miércoles, la semana, el mes y el año que entra.
Ahora que si nos ponemos valientes
qué tal que vamos un poco más allá y comenzamos a volvernos unos buenazos en
pensamientos más grandes, más generosos, más plenos, más solidarios, más
sonrientes. Qué tal que repetir pensamientos –emociones, palabras y acciones-
de entrega, de amor, de compromiso con la vida, de justicia, de belleza, bondad
y verdad se vuelve más y más fácil. Finalmente todo es cuestión de práctica.
Sergio Hernández Ledward
y en twitter: @checoequis