martes, 23 de junio de 2015

Pues... porqué sí.


A mi papá le gustaba ponerme a pensar. Como buen chamaco a mí me encantaba preguntar incansablemente ¿por qué? ¿por qué esto? o ¿por qué aquello? Sin embargo no era el único preguntón de la familia, mi papá competía fácilmente conmigo en ese arte. Por supuesto que él contestaba muchas de mis preguntas, pero rara vez dejaba pasar la oportunidad de hacerme otras.
¿Por qué hiciste tal cosa? ¿Por qué quieres ese juguete? ¿Por qué piensas eso? ¿Por qué lloras? Eran algunas de las preguntas que me hacía mi papá. El caso es que mi papá esperaba respuestas, y no cualquier respuesta: quería de las buenas… y me ponía a pensar. De todas las respuestas a sus preguntas había una que estaba especialmente prohibida: “pues porqué sí”, según mi padre era la respuesta de los flojos, de los que no quieren pensar y yo no la podía usar con él.

Ahora que han pasado algunos años aunque sigo siendo re-preguntón algunas de mis preguntas han cambiado. De hecho gran parte de mi trabajo como coach es hacerles preguntas a las personas, así que hoy quiero hacerte –y hacerme- una pregunta (de esas que llevan a la reflexión):

¿Cuáles son tus razones para ser feliz? ¿Por qué sonreír con el rostro y el corazón? – Si tienes chance, y quieres pensar un poco, te invito a que en realidad hagas el ejercicio y generes una buena lista con tus respuestas. Aquí van las mías:
  • Porqué amaneció lloviendo y me encantan las mañanas que huelen a tierra mojada.
  • Por el sabor ¡y el aroma! del café que me despierta.
  • Por la risa y la sonrisa de mi hija de tres años. (Este es uno de los motivos grandes)
  • Porqué sé que tengo amigos verdaderos y por qué quiero algún día llegar a serlo.
  • Por la enorme fortuna de contar con la fuerza, la inteligencia, la compañía y el amor de mi esposa.
  • Porqué a mis 38 años sigo soñando, leyendo, imaginando, jugando, contando y escuchando cuentos.
  • Por el amor de mis padres que me acompaña a cualquier sitio que voy.
  • Por el aguacate, los mangos, el kung fu, las lunas crecientes y los papalotes.
  • Porqué ser feliz es mi derecho de herencia como ser humano.
  • Porqué me gusta llevarle la contraria a los malencarados.

Y para sonrisa del recuerdo de mi padre:
  •  Porqué sí. Porqué puedo. Porqué me da la gana, pues. Después de mucho pensarle descubrí que esta pregunta SI se puede contestar así.


Sergio Hernández Ledward

y en twitter: @checoequis 

martes, 9 de junio de 2015

¿Política? Yo no digo malas palabras


Lo pensé mucho: ¿en serio voy a escribir hoy en el blog sobre política? Si yo no digo malas palabras (o por lo menos no tan malas).

Estoy escribiendo estas líneas dos días después de las elecciones y debo de confesar que ya puedo respirar. ¡Por fin se acabaron los anuncios, los carteles y los espectaculares por todos lados! Por fin podemos descansar de la avalancha de promesas, propuestas, y hasta insultos que volaban de un lado para otro. Pero ¿por qué nos cansa eso de las elecciones y la política?
Es triste que la palabra política la asociemos rápidamente con transa, corrupción, mentiras y traiciones, parece que hasta se volvió una mala palabra; cuando su origen es noble. Política viene del griego y originalmente quería decir algo así como “el arte de los ciudadanos”. ¿Arte? ¿Ciudadanos? ¿Una broma de los griegos?

Yo creo que más bien es una invitación que viene desde tierras y tiempos lejanos. Ciudadano es aquel que construye ciudad, quien hace comunidad; mientras que artista es él que expresa la belleza de su propio corazón. Me parece que los ciudadanos comunes y corrientes deberíamos hacer más de esta política y darnos cuenta que no es privilegio de candidatos, diputados o alcaldes. Una ciudad no es su gobierno, una ciudad son los lazos entre su gente.

Así que aquí les dejo algunas invitaciones para hacer política y darle una lavadita a tan ensuciada palabra:

  • Interésate por tu ciudad. Conoce (y comparte) su historia, tradiciones, leyendas, lugares hermosos y también sus problemas.
  • Escucha y charla. Así se generan lazos, platiquemos con vecinos y amigos, con los que piensan parecido y con los que son muy distintos.
  •  Opina. Dale voz a tu mente y corazón, quéjate, exige que se cumplan promesas, alza la voz y por supuesto: ¡propón!
  •  Tiende la mano. La ciudad es nuestra gran casa, pon el ejemplo, recoge basura, sonríe, cede el paso, agradece, se solidario cada que puedas.
  • Organízate. Los esfuerzos individuales no son suficientes, júntate con aquellos que quieren cambiar las cosas que tú quieres cambiar. Afíliate a un partido político, participa en un grupo de la iglesia, en un club social, en un grupo deportivo o en una organización con preocupaciones ecológicas. Construye ciudad desde ahí.
  • Contacta con el arte y la cultura. Lee, baila, escribe, pinta, escucha buena música, haz teatro. Hazlo en bola, con la familia y los cuates. A la mejor no lo creas pero así se hace la mejor política.


Sergio Hernández Ledward

y en twitter: @checoequis