martes, 21 de julio de 2015

Reflexiones sobre la mente y el dinero

Hablar de dinero siempre es espinoso. De chiquitos nos dijeron que el dinero era sucio, en la tele los “malos” o son ricos o sólo les interesa hacerse ricos… y al mismo tiempo casi todos queremos tenerlo en abundancia. Parece un mal necesario.
“El dinero causa más problemas de los que resuelve”, “con dinero baila el perro”, “el dinero no es la base de la felicidad… pero como ayuda”, “el dinero va y viene”. Estas frases –y muchas otras- reflejan algunas de nuestras maneras de pensar sobre el dinero. Y nuestra manera de pensar lo afecta toooodo.

Pienso que en general en nuestra cultura estamos muy mal educados sobre el tema. Así que me gustaría compartir tres ideas con ustedes para invitarlos a reflexionar un poco sobre el tema:

  1. Los problemas económicos no se resuelven con dinero, se resuelven con ingenio” – Anthonny Robbins. Si queremos resultados diferentes necesitamos atrevernos a actuar y pensar diferente, a cuestionar nuestros supuestos (esas ideas que damos por hechos) y movilizar nuestra creatividad. Poner más energía y dinero en lo que no funciona normalmente no es buena idea, poner creatividad para buscar caminos distintos sí.
  2. “La riqueza de una persona o una empresa no se mide en dinero, se mide en tiempo” – Robert Kiyosaki. Esta idea me asombró; lo que Kiyosaki dice es que las personas ricas pueden dejar de trabajar por lapsos largos de tiempo (algunas vidas para algunos) mientras que los pobres no pueden hacerlo. ¿Cómo se logra eso? Aumentando los ingresos, reduciendo los gastos y generando ingresos pasivos (dinero que ingresa sin trabajar). Todo un tema por explorar.
  3. “Mi riqueza no es posesión sino gozo” – Henry David Thoreau. Lo verdaderamente importante no es cuanto tienes, sino cuanto disfrutas; la abundancia tiene dos caras: la de la generosidad y la de la apertura, el gozo de dar y el gozo de aceptar. ¿Quieres vivir en abundancia? Contacta con el disfrute. Aumenta la alegría con la que das, con la que pagas, con la que regalas, con la que te entregas. Aumenta la alegría con la que recibes: un abrazo, la quincena, una invitación a cenar, un beso, los regalos de la vida.

Ingenio. Tiempo y equilibrio. Gozo. Es interesante que estas ideas tengan tanto impacto en nuestra relación con el dinero ¿no te parece?

Por lo pronto te deseo un día MUY abundante y me voy a seguir persiguiendo la chuleta.

Sergio Hernández Ledward

y en twitter: @checoequis 

martes, 7 de julio de 2015

Aquel que ama el camino que sigue

Los seres humanos somos un milagro espectacular. En nuestro cuerpo, mente y espíritu hay arte, ingeniería, poesía. Como especie nuestra curiosidad no conoce límites, tampoco nuestra creatividad, ni nuestra estupidez. Soñamos dormidos y despiertos, queremos ser felices y tenemos el potencial para lograr cosas grandes.

Peeero (siempre hay un pero) el camino hacia cualquier meta valiosa no es ni derechito, ni de bajada. ¿Quieres ponerte en forma, competir en un maratón, terminar la licenciatura, iniciar un negocio exitoso, escribir un libro o tener una gran relación de pareja? Pues más pronto que tarde te encontrarás con la espinosa cuestión de la disciplina. Sabemos que para lograr nuestros sueños debemos ser constantes y disciplinados, levantarnos temprano, vencer la flojera, hacer las abdominales y la tarea de física.

Sólo de escribir esto ya me dieron escalofríos de aburrimiento; y es que hemos relacionado la idea de disciplina con sacrificio, con fastidio, dolor y dificultades. Pensamos que disciplinar y castigar casi significan lo mismo. Sin embargo las palabras no mienten; si investigamos el origen de la bien-odiada “disciplina” encontraremos que comparte origen con la palabra “discípulo” que en latín quiere decir: aquel que ama el camino que sigue. De modo que la disciplina está mucho más cerca del amor y del disfrute que del castigo.

Entender esto puede tener profundos –y placenteros- efectos. Más que disciplinarnos a punta de trancazos y fuerza de voluntad, deberíamos buscar y encontrar amor por el camino que elegimos. Seguir nuestras pasiones, volvernos muy buenos en ellas y ponerlas al servicio de los demás. Una buena forma de hacer esto y disfrutar más lo que hacemos para llegar a nuestras metas es enfocarnos en la satisfacción y el bienestar que nos dará la meta cumplida. Para ser más claro, en lugar de pensar en el trabajo que me cuesta levantarme a hacer ejercicio, enfocarme en los resultados: visualizar un cuerpo sano, lleno de energía y en forma; en vez de decirme “que flojera trabajar en la tesis”, pensar en la satisfacción de tendré cuando el título esté en mis manos.

Alguna vez en un taller con Richard Bandler (uno de los creadores de la Programación Neurolingüística), él nos preguntaba una y otra vez: ¿cuánto placer eres capaz de resistir? Yo hoy quiero preguntarte: ¿Cuánto placer eres capaz de sentir mientras haces lo que te acerca a tus sueños? ¿Mientras te vuelves más grande, más pleno, más feliz y más generoso?

Sergio Hernández Ledward

y en twitter: @checoequis