jueves, 30 de marzo de 2017

El poder de las historias


Algún día llegarás a la edad en la que disfrutarás nuevamente de los cuentos de hadas
  – C.S. Lewis

Eduardo Galeano contaba que un pajarito le dijo que nosotros –tú, yo, aquel y el otro- no estamos hechos de átomos sino de historias. Yo le creo.

Las historias son poderosas, con ellas nos explicamos el mundo, sus maravillas y sus tragedias. A través de ellas la humanidad ha preservado el conocimiento, se ha enamorado y reído, llorado e inspirado. Es con historias bien contadas que aprendemos, también nos sirven para olvidarnos de nosotros mismos y convertirnos por instantes en héroes, princesas y genios de la lámpara. Si ponemos atención nos daremos cuenta que las historias son una industria enorme, millones de dólares se mueven alrededor de libros, películas, series de televisión y videojuegos.

Si ponemos aún más atención nos daremos cuenta que nuestras conversaciones cotidianas también son historias, cuentos sobre lo que hicimos y lo que queremos hacer, sobre lo que nos atemoriza y también sobre lo que nos hace grandes. ¡Nos encanta el cuento! Rumi –uno de los más grandes poetas de la historia- bien lo decía: los cuentos no se han hecho para dormir niños, sino para despertar al hombre.

Así que hoy te quiero hacer dos invitaciones. La primera es que regreses a los cuentos y las leyendas; que vayas al sitio donde las estrellas no brillan sino cantan, al lugar donde los dragones surcan nuevamente los aires, al espacio donde las diosas tejen y bordan el camino de los hombres verdaderos, al rinconcito del bosque donde los duendes se enamoran. Te invito de vuelta a los cuentos, a su magia y al despertar del hombre.

La segunda invitación tiene que ver con tus propias historias. ¿Cómo es el cuento que te cuentas de ti mismo? ¿Es una telenovela chafa? ¿Un drama triste y pequeño? ¿O es más bien una leyenda de magia y amor?
El héroe de leyenda siempre recibe un llamado ¿A qué te está llamando la vida? ¿Qué aventura te sigue esperando? ¿Qué sombras tienes que enfrentar? ¿Qué regalos vienes a entregar?
El héroe siempre encuentra maestros y mentores, se monta en los hombros de gigantes ¿Quiénes son tus grandes maestros? ¿Quiénes sostienen tu canto? ¿A qué te retan? ¿Qué tesoros te han ayudado a descubrir?
El héroe finalmente regresa a casa. ¿Con quienes quieres compartir tu pan, tu vino, tu leyenda? ¿Con qué historia puedes inspirarlos a caminar por su propio mito?

Dicen que las historias son el alma de la humanidad. Es tiempo de recuperarla.


Sergio Hernández Ledward

www.facebook.com/SergioHLedward

martes, 7 de marzo de 2017

Que seas bendecido

¡Que Dios te bendiga!
  – Casi todas las abuelitas



Hace algunos años me invitaron a dar una conferencia sobre valores en una secundaria en Valle de Santiago, eran como 200 chavos y al terminar me hice una promesa solemne: ¡No volver a dar conferencias en secundarias! Sentí que no me habían pelado, que no les había servido… estaba mentando madres (internamente) cuando una chica llegó y me dijo lo siguiente: “Sergio muchas gracias por la conferencia me sirvió mucho y vengo a pedirte un favor; fíjate que en mi familia tenemos la costumbre de que cuando alguien nos ayuda con algo importante le pedimos su bendición, así que vengo a pedirte que me des tu bendición”
Mis ojos se pusieron como platos; en mi mente las abuelitas y los sacerdotes son los que dan bendiciones: los Sergios NO (a no ser que el Sergio en cuestión sea abuelita o sacerdote). Sin embargo una bendición no es algo que se pueda negar, así que muy sorprendido le dije: “¡Que Dios te bendiga!” y me quedé pensando y pensando si yo tenía la capacidad de bendecir. Lo pensé por meses, hasta que descubrí que bendecir simplemente quiere decir: desear el bien. ¡Y eso sí puedo hacerlo!

Y pues todo este rollo, solo para desearte el bien. Está comenzando el año nuevo tibetano (el gallo de fuego), también la cuaresma y namás de puro gusto y para llevarle la contraria a los pesimistas te deseo:

Que seas bendecido con todas las cosas buenas.
Que tu mente descanse y tu corazón sonría, que tus mejores intenciones surjan libres, luminosas.
Que encuentres tu espacio de paz en el milagroso mundo a tu alrededor y que recorras con frecuencia el sendero hacia el centro de tu propio centro.
Y cuando sólo haya oscuridad y tus tormentas se desaten, que la luz en tu interior te sane e ilumine al mundo.
Que tu cuerpo recuerde ser un árbol. Arraigado, presente, vibrante, flexible y vivo.
Que te sientas cuidado y protegido como el niño amado que eres.
Y que cuando te sientas tentando a levantar un muro, recuerdes que la separación es ilusoria.
Que tu respiración sea parte de la respiración divina.
Que seas capaz de mirar la belleza sin velos de un mundo nuevecito en cada instante.
Que tu amor se extienda tocando a todos y a todo y que tus deseos de bondad y verdad se eleven hasta lo alto.
Que siempre tengas ritmo, canto y amigos para celebrar en torno al fuego.
Que sean tuyos los pies con los que Dios camine haciendo bondades.
Que la ecuanimidad, la compasión, el amor y la alegría se conviertan en tu hogar.
Que la libertad y la gratitud sean tu danza.
Que no se te escape el momento presente.
Que seas bendecido y que repartas bendiciones.

Y tú, ¿a quién puedes bendecir el día de hoy?



Sergio Hernández Ledward

www.facebook.com/SergioHLedward