Si no soy yo, entonces ¿Quién?
Si no es ahora, entonces ¿Cuándo?
6:00 de la tarde en la recepción de un consultorio médico. Tres
parejas –bueno, cuatro incluyéndonos a mi esposa y a mí- dos de ellas sonrientemente
embarazadas, una asistente administrativa chaparrita, una secretaria bien
atareada, una enfermera y tres chamacos, entre ellos mi hija de casi cinco
años. Para ser un consultorio médico, el ambiente estaba bastante relajado
hasta que un grito rompió por completo la tranquilidad del sitio, mi esposa dio
un brinco a la velocidad del rayo y yo di otro un poquito menos rápido; mi hija
se había quemado un dedito al servirse agua del dispensador de agua fría y
caliente que estaba frente a nosotros, nada grave sólo doloroso. El grito y
después el llanto duró buen rato.
Minutos después salimos del lugar asombrados, tristes, enojados… Ni
una sola persona preguntó si estaba bien, nadie se acercó no digamos a ayudar,
ni siquiera a decir “pobrecita”, es más ni siquiera recibimos miradas
reprobatorias por ser un par de padres desnaturalizados que dejan que su hija
se sirva sola el agua y se chamusque el dedo. La respuesta fue total
indiferencia, valemadrismo, anestesia; el mensaje fue claro “no te conozco, no
me importas”
Pero no me malentiendas, amigo lector, no escribo esto para quejarme,
lo escribo para recordarme a mí mismo –y con un poco de suerte recordarte a ti
también- que necesito sacudirme la anestesia. No quiero ser indiferente, quiero
hablar en plural y sentir que formo parte de un “nosotros”, quiero que me duela
y que me alegre lo que NOS ocurre, para serte sincero con frecuencia se me
olvida y regreso al pequeño singular donde sólo me importo yo y lo mío. Así que
hoy quiero tomar el grito de mi hija como un llamado a despertar, como un
llamado a evitar la indiferencia y como un recordatorio de que las cosas
verdaderamente valiosas sólo tienen significado cuando se plantean desde el
plural; las palabras más bonitas requieren de un nosotros: amor, amistad, gratitud,
generosidad, empatía, paz, juego, vida e incluso libertad NOS necesitan.
Como los alcohólicos anónimos, yo sólo por hoy voy a terminar con la
condenada indiferencia; no importa si “hoy” dura sólo los siguientes cinco
minutos. Sólo por hoy tenderé la mano, sólo por hoy tendré palabras amables
para los que no conozco, sólo por hoy imaginaré que juntos podemos cambiar las
cosas.
Sergio Hernández Ledward
www.facebook.com/SergioHLedward